No creo que exista un único día para celebrar la amistad.
El encuentro con otros y la conciente elección de acompañarnos mutuamente es un acto maravilloso. Abrir la puerta de nuestro corazón, de nuestros pensamientos, de nuestras debilidades y también de nuestras deformidades, es un acto de generosidad y valentía. Y, si bien no debe hacerse deliberadamente, ciertamente brinda sus beneficios cuando experimentamos el verdadero encuentro con otro alma. A veces lo encontramos en su gesto gratuito hacia nosotros, mientras nos escucha silenciosamente decir pavadas o ríe con nuestros malos chistes, cuando nos mira con compasión mientras lloramos y nos pasa la mano por la cabeza.
Soy afortunada porque hallé muchos amigos en la vida. Algunos ya no están en el día a día, pero atesoro los momentos que compartimos y les deseo siempre bienaventuranza. Otros son más nuevos, de ellos valoro su coraje para abrirme su corazón y les agradezco su confianza. Están los más antiguos, los que compartieron el crecimiento y la lucha por conservarnos mutuamente. Están los maestros, los que tienen pocas palabras para mi yo temporal, pero me nutren con su silencio profundo, con su crítica severa.
Y está quien creyó en mí desde el primer instante de mi existencia. Mi amiga fiel y yo la suya. Nuestro vínculo: terrenal y complejo, pero atemporal, que atraviesa la distancia, nutriéndome a pesar de estar en el otro lado, literalmente, del mundo.
Gracias a todos por compartirse conmigo. Estén seguros que no los celebro hoy, un día al año. Los celebro en cada momento y les deseo la mayor felicidad, paz y salud.
martes, 21 de julio de 2009
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1 comentario:
Flor!! Muy lindo lo que escribiste acerca de la amistad!
Celebremosla diariamente!
Gracias por compartirlo.
Besos,
Yesi
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