Este año me comprometo a ser más irresponsable:
- Con las monedas de 10, 25, 50 centavos y 1 peso
- Con el monocromo de mi atuendo. Prometo romper la línea con un buen calzado de montaña o un gorro con el que sientan vergüenza de caminar a mi lado. Un agujero en el pantalón en algún lugar "poco propicio", una remera roída por los años.
- Con mi risa. Prometo reirme descaradamente fuerte y, en lo posible, darle unos golpecitos a la mesa que tenga delante.
- Con mis movimientos en la pista de baile. Prometo que les voy a hacer replantearse en cada segundo: ¿por qué soy su amigo/a?
- Con mis olvidos. Quiero redoblar mi apuesta con el olvido de llaves, de llaves de gas, de regar plantas, de alimentar gorriones, de dónde dejé mi móvil aparcado.
- Con mis abrazos. Prepárense! Serán deliciosamente afectuosos.
- Con mis chistes poco afortunados. Al que no escucha, uno de sordos; al que no habla, uno que lo haga carraspear; al que lo afecta la moral y las buenas costumbres, uno de esos que te obligan a retirarte. Pero como de lo que se trata es de ser irresponsable, me comprometo sobre todo a continuar mi tradición de exasperarlos no recordando los chistes completos y, si lo hago, dejar de contarlos en la mitad porque la risa me lo impide.
Me faltan muchos otros ítems. Que no cunda el pánico, se los haré saber en su momento.
Pero también me comprometo a ser más responsable:
- Reconociendo cada vez por qué cada uno es un ser único e irrepetible, maravilloso en su peculiar manera
- Eligiendo cuál de sus risas es la que más me gusta
- Recordando cuáles son sus dolores profundos y desplegando todo lo posible mis cualidades amorosas y compasivas
- Escuchando la misma historia por décima vez sin perder el entusiasmo
- Extendiendo todos mis recursos (piez, manos, habla, tacto, intuición) para que, sumados a los de ustedes, contribuyamos a que este mundo sea cada vez más justo, más amoroso, más comprensivo, más humano.
No puedo sellar este compromiso sin antes agradecerles. Cada día comprendo con mayor claridad lo importante que un amigo es para expandir mi conciencia, para ser más que yo misma. Un cuento africano ilustra esto de una bella manera: el viejo sabio de la aldea moría y le pidió a sus hijos que tomaran un palito del suelo y lo quebraran. Cada uno lo hizo con mucha facilidad. "Ahora", agregó, "tomen dos o tres palitos y traten de quebrarlos". La tarea fue mucho más difícil: algunos lo lograron con esfuerzo, otros ni siquiera pudieron. "Somos fuertes cuando estamos con otra alma. Cuando estamos unidos a los demás, no nos pueden quebrar", sentenció.
Un abrazo!
miércoles, 21 de julio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario