Quiero compartir con ustedes esta historia verídica que me contaron ayer:
Una mujer tuvo que viajar por estudio a otro país durante algunos meses. Como su presupuesto era ajustado alquiló un departamento que le ofrecía las comodidades que necesitaba pero que, como contrapartida, estaba ubicado en un barrio muy pobre. Diariamente, la mujer transitaba el camino a su casa con miedo y desconfianza porque le habían dicho que se trataba de una zona insegura y, en ocasiones, muy violenta.
Un día al atardecer el suministro de luz se cortó. La señora, muy asustada, llamó a una amiga que vivía en esa misma ciudad y le pidió por favor que le alcanzara algunas velas ya que sólo tenía una muy pequeña, que no duraría mucho tiempo y temía permanecer en ese lugar a oscuras.
Durante el transcurso en el que su amiga llegaba hasta su casa, la mujer recibió un llamado a la puerta. Cuando miró, vió que se trataba de un chico muy pobre, desarreglado y sucio. Sin embargo, como sólo se trataba de un niño, le abrió la puerta.
"¿Qué querés?", le preguntó, y el niño le respondió: "Quería saber si tenía velas". "Por supuesto que no", dijo la mujer. Desconcertada, vió como se abría en la cara del niño una gran sonrisa: "¡Lo sabía! -dijo él- por eso le traje dos velas para que no esté a oscuras mientras espera que vuelva la electricidad".
sábado, 22 de mayo de 2010
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