Cuando me siento agotada, escasamente inspirada, la literatura es un espacio que, invariablemente, me estimula y me nutre. No importa si es un libro nuevo, recomendado ansiosamente por algún amigo o encontrado por azar en el anaquel de una librería, o si es un viejo compañero de ruta, que leí por primera vez en mi adolescencia, en alguna tarde de verano, cuando encerrarme en mi cuarto a leer era el mejor programa antes de una larga siesta.
No importa tampoco si es una novela, escrita con libre fluir de la conciencia; un ensayo, una disección lógica y racional de algún tema de historia; un libro esotérico, un oráculo milenario; una antología de poemas de un dios humano o de un psicólogo de comportamiento contemporáneo. Cada uno es la puerta a un laberinto mágico en el que circulo a trompicones y giros y donde encuentro en una vuelta un bello racimo de flores, frescas y perfumadas.
El dilema que se revela es que cuanto más vertiginoso es mi ritmo interno y activa mi búsqueda y encuentro, tanto más perezoso mi ánimo para compartirlo. Pero me he asido de un momento, un momentum, un instante. Quiero presentarles unas bellas palabras que hoy me imprimieron:
Jamás siento que recibo tanto
como cuando aceptas algo de
mí-
cuando comprendes
la alegría que siento
al dártelo.
Sabes que mi ofrecimiento
no busca que estés en deuda conmigo,
sino vivir el amor
que siento por tí.
Recibir con gracia
quizá sea la mayor forma de dar.
No puedo separar
una cosa de la otra.
Cuando tú me das algo,
yo te doy el recibirlo.
Cuando tomas algo de mí,
siento que soy yo quien
recibe.
Ruth Bebermeyer, Given to
Siento que tus palabras me sentencian,
que me juzgan y que me apartan de ti,
pero antes de irme, tengo que saber
si eso es lo que quieres decirme.
Antes de erigirme en mi defensa,
antes de hablar herida o asustada,
antes de levantar esa pared de palabras,
quiero saber si verdaderamente he oído.
Las palabras son ventanas o paredes;
nos condenan o nos liberan.
Ojalá que al hablar o al escuchar
resplandezca la luz del amor a través mío.
Hay cosas que necesito decir,
cosas muy significativas para mí.
Si no me expreso claramente con mis palabras,
¿me ayudarás a ser libre?
Si te pareció que quise rebajarte,
si creíste que no me importabas,
trata de escuchar a través de mis palabras
los sentimientos que compartimos.
Ruth Bebermeyer, Words are windows (or walls)
No hay comentarios:
Publicar un comentario