jueves, 18 de julio de 2019

Aceptación

Que estas lagrimas me liberen
Que estas lagrimas me mojen en compasión
Que estas lagrimas me lleven a un lugar nuevo
Que estas lagrimas me nutran
Que estas lagrimas me permitan ver y verme y verlo y vernos
Que estas lagrimas me lleven a la paz

Que estas lagrimas recorran mis grietas yermas y las traigan a la vida otra vez

jueves, 15 de diciembre de 2016

Visita a Tardis

Ayer me subí a una nave. De esas que viajan entre los hilos del tiempo. De esas que traspasan dimensiones. De esas que nos devuelven al lugar en el que lo etéreo es lo fundamental y lo concreto una ilusión.

Hoy crucé una frontera.

Del otro lado me esperó ese pequeño ángel. Me dio la mano, me abrazó. Instantáneamente insufló en mí la esperanza que me falta. Dejó su estela su paso en mi corazón. Besó mi frente, acarició mi mollera.

Oh, bello ángel, me has redimido!


lunes, 31 de marzo de 2014

La ilusión del control

Una de las escenas más bellas y profundas del cine animado infantil. 
La enseñanza final de Oogway a Shifu.
La partida del Maestro.
La oportunidad del verdadero desarrollo para Shifu.



Oogway: Amigo mío, nunca completarás tu destino hasta que no dejes ir la ilusión del control.

Shifu: ¿Ilusión?

Oogway: Mira a este árbol, Shifu. No puedo hacerlo florecer cuando me da la gana o que de frutos antes de que sea su tiempo.

Shifu: Pero hay cosas que sí podemos controlar: puedo controlar cuando la fruta caerá, cuando sembrar la semilla. Eso no es una ilusión, Maestro!

Oogway: Oh, si, pero no importa lo que hagas, esa semilla se desarrollará en un árbol de durazno. Tal vez tu querías un manzano o un naranjo, pero sólo conseguirás duraznos de éste árbol.

Shifu: Pero un durazno no puede vencer a Tai Lung!

Oogway: Tal vez pueda, si estás dispuesto a guiarlo, nutrirlo y creer en él.

Shifu: Pero, ¿cómo?, ¡¿cómo?! Necesito tu ayuda, Maestro.

Oogway: No, tu solo necesitas creer. Prométeme, Shifu, prométeme que creerás.

lunes, 24 de febrero de 2014

Detrás de la ilusión, el lago profundo


A cada instante me sumerjo en el lago,
La dulzura de sus aguas me conmueven.

Océano de luz en mi vida,
Me aparta del mundanal ruido.

Profundo me hundo, letamente
Y hacia el centro de la existencia me -nos- llamo:
Somos uno, vida mía.

viernes, 21 de febrero de 2014

La gran ola de Kanagawa



Hay muchas versiones de este cuadro del artista japonés Katsushita Hokusai. Todas magníficas, todas artísticamente bellas.

A mí, apreciar cualquier de ellas, me recuerda:

Que no importa cuán difícil sea la dificultad que tengo enfrente, esta también pasará!

Que después de esa, vendrá otra!

Que antes, durante y después de la tormenta, la única salida posible es el presente: a remar!!

Que soy afortunada por poder ver el desafío frente a mí ya que antes también estaba, pero oculto!

Que a pesar de estar inmersa en un mar bravo, estoy sobre una balsa, remando junto a otros seres y que juntos nos impulsamos, ayudamos, desafiamos, arengamos!

Que si miro al cielo, él me devuelve su mirada serena

Que si miro al horizonte se erige firme lo impermanente, que me aguarda!

lunes, 16 de diciembre de 2013

Invicto



Nelson Mandela o Madiba, como lo llamó amorosamente su gente, pasó por este mundo y dejó su marca. Su forma de actuar, su decisión dura pero concreta de perdonar a sus verdugos le valió severas críticas. No mandó a hacer ni dirigió desde lo oculto sino que se expuso a actuar para hacer un cambio en nuestro mundo. Solía decir: "soy un político raro, pues reconozco mis errores". Y fue, ciertamente, un político verdadero pues jamás actuó desde otro lugar que no fueran sus profundas convicciones, equivocándose en ocasiones, si, pero encarnando valores supremos, valores humanos y afrontando las consecuencias.

Vivió encarcelado más de 27 años de su vida por rebelarse contra las injusticias del Appartheid. Fue terrorista y facineroso para algunos y un héroe para su pueblo. Dijo alguna vez: "El líder debe estar siempre detrás de su pueblo, sobre todo en los éxitos. Pero en cuestiones de peligro debe estar al frente, sólo así creerán en él."

Cada día durante su cautiverio repitió el poema Invictus de William Ernest Henley. 


Out of the night that covers me,
Black as the pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds and shall find me unafraid.

It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.


lunes, 7 de octubre de 2013

Te vi

Encontrados al azar
En un universo de posibilidades
Comunión silenciosa
De almas afines: