martes, 15 de enero de 2013

El estúpido de mi hermano

Cuantas veces cuando alguien se cruza con una persona que actúa desde su corazón y sin traicionar sus valores lo tilda de "ingenuo", "poco realista", "estúpido". Si alguien devuelve algo que encontró, si un amigo presta plata a un incobrable, si un niño presta su juguete a otro que diariamente lo maltrata... a los ojos de los exitosos son todas situaciones que refuerzan que la astucia, el lucro, el pragmatismo son los únicos caminos para ascender en nuestra cultura, los únicos vehículos propicios para preservar la especie y, sobre todo, preservarnos de que otros nos conozcan y, eventualmente, nos vulneren.

Al fin de cuentas creo que se trata de eso. Desde generaciones atrás hemos ido mutando y de vertebrados que éramos, hemos pasado a ser animales de caparazón, que nos escondemos detrás de una gran coraza, pero que si se atraviesa, lo único que hay detrás es una tierna carne vulnerable, sin ningún otro tipo de defensa. No estamos estructurados de adentro hacia afuera, como manda nuestra naturaleza, sino que nuestro yo más prístino se refugió debajo de capas y capas de todo lo que nos da placer, de todo lo que nos hace sentir en diferido, de todo lo que nos aleja del dolor. Para algunos son bienes, para otro es una mullida capita de grasa, para otros son viajes, idiomas, libros, saberes, para otros son "familias hechas y derechas", para otros son principios, valores, tradiciones, para otros son cantidad de amigos en una red social. Cada ser construye de esa armadura su propio blazón y lo ostenta.

En este blog siempre traté de hablar en primera persona y por alguna razón este post se me patina en tercera. Seguramente me siento tan apegada a este tema que todavía necesito tomar cierta distancia porque más que verme reflejada, siento que estoy, tal vez por primera vez, abriéndome ante ustedes sin fotos, ni pinturas, ni poemas, ni citas. Soy yo expresándome, pelando mi propia caparazón y dejándolos entrar a ustedes, perfectos extraños que navegan por este espacio aparentemente anárquico.

Hoy sentía ganas de comentarles acerca de la película que ví "El estúpido de mi hermano" que trata, justamente, de un ser tan cristalino y genuinamente noble que es visto y descripto por todos como estúpido. Yo soy de las que han alzado el dedo, no se equivoquen. No quiero escribir aquí presumiendo estar en el lugar del protagonista, sino justamente ver en él condensadas las verdaderas virtudes que aspiro a cultivar. ¿Vale la pena vivir en este mundo si es sólo para aceptar las reglas que se han impuesto a todos, aunque traicionen la naturaleza humana?, ¿vale vanagloriarse de tener un amigo si uno no le dona de sí mismo lo que tiene sin esperar a ser retribuído?, ¿vale decir que uno tiene familia, cuando en realidad somos perfectos extraños cuando el otro sufre?, ¿vale decir que uno tiene una pareja cuando aspectos sustanciales y profundos de uno mismo no se revelan por miedo a dejar de ser amado?

Otra pregunta factible es si hay lugar en esta cultura y en este mundo para vivir realmente siendo un estúpido íntegro. Este sistema se ha encargado con enorme eficiencia de atrapar, masticar y digerir a muchos que lo intentaron, ejemplos sobran. Pero quiero creer que sí, pongo en funcionamiento en mí todos los mecanismos para renovar la fe de que es posible, de que empezando desde nosotros mismos, limpiando la casa de adentro hacia afuera hay una posible chance. Me arriesgo a soñar que aunque sea en aspectos parciales, es posible que las personas seamos cada vez más ingenuas, poco realistas y estúpidas y con suerte, lograremos que las generaciones que nos prosigan sean, a su vez, un poco más ingenuas, poco realistas y estúpidas, pero que tengan vidas sustanciales, con amigos verdaderos y enemigos honestos, con parejas y familias que se ayudan, que no se ocultan, con compañeros de trabajo que, juntos, saben que trabajan para algo superior, con enfermos que recogen la mochila del dolor y la llevan con dignidad y nobleza, con ancianos que aceptan la muerte con paz y alegría. Ese es mi deseo. Así de estúpida aspiro a ser y a que lo seamos todos.