miércoles, 3 de agosto de 2011

Vincent

El museo Van Gogh de la ciudad de Amsterdam ofrece quizá las colección más numerosa e importante del pintor holandés. Más de doscientas obras componen el tesoro de este museo, emplazado sobre el terreno en el que se encontraba una de las casas en las que Van Gogh vivió.

Tuve el privilegio de poder admirar muchos de estos trabajos en persona. Me impresionó la prolificidad de Van Gogh, que sólo comenzó a pintar a los 26 años y lo hizo por tan solo una década. Antes de ingresar a la academia de Bellas Artes en 1880, Van Gogh se había desempeñado como empleado modelo en una compañía internacional de compra-venta de arte, un oficio que traía de familia.

El recorrido que ofrece el museo impresiona ya que abarca todo su arco artístico. Sus trabajos más tempranos ya evidencian su talento y, a pesar de que muchos de ellos son carbonillas, evidencia como, aún antes de producir él mismo, Van Gogh había estudiado con detenimiento a los grandes maestros de todos los tiempos. Así, los óleos de esta primera etapa se asocian, a mi criterio, con los trabajos de los maestros del barroco, con una paleta compuesta, fundamentalmente, por los tonos tierra y en la que se destacan las luces y las sombras.
Con el paso de los años la paleta de Van Gogh mutó hacia colores y tonos vibrantes, influenciada seguramente por su contacto con los impresionistas conoció íntimamente al mudarse a París. Fue allí también donde conoció a
Paul Gaughin con quien estableció una tormentosa, aunque productiva amistad que dejó como resultado algunas de sus obras más memorables.

Una pasión de Van Gogh que se admira especialmente en este museo es la que tenía por los grabados japoneses. Dos obras expuestas (copias de originales nipones) son el tributo de Van Gogh a los maestros orientales, pero el arte japonés inspiró también a obras originales de Van Gogh, como la de las ramas del cerezo contra un cielo profundo.

Me impresionó profundamente el quiebre que se produce en sus obras a partir de la visita que le realizó Gaughin en Amberes y que desencadenó, luego de una discusión, la mutilación que Van Gogh hizo de su oreja y su posterior internación. Las obras de este período son, a mi criterio, más oscuras y crípticas y ofrecen también un dinamismo en la pincelada que empuja al ojo del observador a un profundo abismo. Los retratos, la iglesia, la noche estrellada, así como una serie de trabajos de carácter más abstracto traslucen la desesperanza de Van Gogh en este último período. Esto me lleva a preguntarme hasta qué punto las experiencias de vida de un artista quedan plasmadas en su obra. Al menos en el caso de Van Gogh esta asociación parece inevitable. Él mismo expresó:

"Mi plan no es salir ileso, evitar un montón de dificultades y emociones. A mi me da relativamente lo mismo vivir mucho o poco tiempo. El mundo me importa solo en cuanto a que tengo cierta obligación o deber, por así decir. Haber transitado 30 años para haber dejado un recuerdo de gratitud en forma de pinturas y dibujos."

Un hecho que desconocía de su biografía es que, a pocos meses de que Vincent se suicidó en 1890 a los 37 años, su hermano, compañero y camarada, Theo, también falleció con apenas 30 años.

A continuación, los dejo con algunas de las obras que pude ver en persona. Espero contribuir con algunas de ellas a que conozcan algo más del maestro Van Gogh. Las distribuí más o menos cronológicamente para que puedan vincular y apreciar cada una de ellas con el desarrollo artístico que brevemente comenté.

Exitos!!

The potato eaters


The boulevard the Clichy



Seascape

Courtisan after Eisen


The yellow house


The harvest


The white orchad


Self-portrait


The bedroom


Almond blossom


Wheatfield with crows


Undergrowth

Todas las imágenes son propiedad intelectual del Van Gogh Museum, Amsterdam®

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